MARATÓN DE VALENCIA, UN SUEÑO CUMPLIDO
Que gusto da, poder presentar este post, algo que se lleva fraguando mucho tiempo, y en el que he tenido la suerte de poner mi pequeño grano de arena, pero solo eso, el esfuerzo, constancia y tenacidad de Paz, han hecho el resto, en ella, y en muchos atletas, se demuestra lo importante que es tener un objetivo, algo por lo que luchar y en que creer, ese objetivo, mueve montañas, te hace madrugar, trasnochar y disfrutar, gracias al objetivo te esfuerzas, y cuando llegas a el, te das cuenta de lo que has hecho.
Mi mas sincera enhorabuena a Paz, en su primer maratón, ha bajado de 4 horas, y al día siguiente estaba como si nada, tu esfuerzo a tenido su recompensa.
Llegué a Valencia el viernes 14 de noviembre por la tarde, en el AVE de las 16 horas acompañada de mis buenas amigas África y Chuki. Ya el viaje empezó “corriendo” ya que una de mis dos amigas casi se queda en Atocha “por un minuto”. Un minuto importante. También fueron tres minutos importantes los que separaron de las cuatro horas mi llegada a la meta del Maratón de Valencia pero esto es el final de la historia así que empezaré por el principio.
El principio de este maratón se remonta a cuando con 12 años, competía en 1000 metros y era campeona de la provincia de Cádiz. Mi entrenador me decía de broma que si seguía así llegaría a las Olimpiadas del 92 y yo pensaba “A las Olimpiadas no, pero algún día correré un maratón”. Y el momento de correr el maratón era éste, con 40 años, dos hijos y muchas ganas.
“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten día tras día” Robert Collier.
El entrenamiento de un maratón es duro; hay que dedicarle tiempo, esfuerzo, paciencia y kilómetros, muchos kilómetros. Durante ocho meses, Israel Pinto, mi entrenador, diseñaba un plan semanal de entrenamiento que he cumplido a rajatabla. He corrido a todas horas, en varias ciudades y distintos países, con varias amigas y amigos. He corrido en asfalto, en montaña y en playa. Recuerdo entrenamientos increíbles, en una cala perdida de una playa maravillosa o bajando una cuesta de asfalto lloviendo, empapada y feliz. Siempre pensando en llegar al maratón lo mejor entrenada posible para hacerlo bien, es decir, disfrutando.
Cuando el viernes llegamos a Valencia, mis amigas y yo estábamos entusiasmadas por vivir la aventura juntas, no nos queríamos perder ni un detalle. Recogimos los dorsales y fuimos a estudiar el punto donde nos encontraríamos ya que ellas me acompañaban para correr conmigo algunos kilómetros de la última parte de la carrera. Ya estaba más cerca de conseguirlo pero aún no lo sabía y sentía cierto nerviosismo cuando pensaba en qué pasaría el domingo por la mañana.
“La imaginación lo es todo. Es una visión anticipada de las atracciones que vendrán” Albert Einstein.
El día de la carrera me levanté muy contenta, fuerte, con muchas ganas de correr, me sentía de maravilla, intuía que me iba a ir muy bien. Mi estrategia era empezar suave e ir subiendo el ritmo. Salí a 5:45 y fui subiendo la velocidad poco a poco. Cuando me quedaban 7 km y 35 minutos para las cuatro horas de carrera, me di cuenta de que podía entrar en meta en menos de cuatro horas y aceleré. Llegué en 3 horas 57 minutos, con una sonrisa que hoy, tres días después, aún conservo intacta. Disfruté de toda la carrera, no me dolió nada, no sentí en ningún momento necesidad de parar, sólo ilusión y ganas de disfrutar desde el primer kilómetro.
Recuerdo lo emocionante que fue cruzarnos con el pelotón de cabeza de carrera, todos les aplaudimos, éste fue el primer momento que sentí ganas de llorar, pero no fue el único. Me impresionó cada vez que algún desconocido gritaba mi nombre escrito en mi dorsal: “Paz, lo vas a conseguir, ánimo!!!!” Qué sensación tan increíble, qué generosidad. El ambiente de la carrera era realmente mágico.
“Jamás te ha sido dado un deseo sin que se te haya otorgado el poder de hacerlo realidad” Richard Bach.
Cuando vi la meta de lejos me pareció que no era real, pero sí, ahí estaba. Lo primero que sentí cuando llegué a la meta fue una paz inmensa. Se paró el mundo y yo con él. Lo había conseguido y estaba inmensamente feliz, sentía una felicidad serena que aún estoy saboreando y un recuerdo muy especial que estoy segura reviviré en muchas ocasiones.
Gracias a todos los que me habéis dado y me dais amor, a vosotros os dedico esta carrera, la más emocionante de mi vida. Porque el amor mueve montañas y el amor mueve unas piernas que desean llegar a una meta para alcanzar un sueño que espera impaciente en el kilómetro 42.